El equilibrio dinámico entre la creación
y la descomposición de las moléculas
de ozono depende de la temperatura, la presión,
las condiciones energéticas y la concentración
de las moléculas. El equilibrio se puede
perturbar, por ejemplo, por la reacción de
otras moléculas con las moléculas
de ozono, produciendo la consecuente destrucción
de estas últimas. Si este proceso de destrucción
es rápido y la creación de nuevas
moléculas de ozono es demasiado lento como
para reponer las moléculas de ozono destruidas,
se perderá el equilibrio. Como resultado,
disminuirá la concentración de las
moléculas de ozono.